De vuelta a casa.

- Oh no - dije, de broma.
Nos dirigimos al garaje. Y nos quedamos mirando el coche, a la espera de que alguien dijera algO. Al final ese alguien fui yo.
- ¿Quién conduce? - pregunté.

- Chachi - sonreí. Me senté en el asiento del piloto y encendí el motor, que sonó como el ronroneo de un gato.