Despues de la pelea

- Alice, cariño... - dije, acercándome a ella.
Ella me miró con un tono frío que se reflejaba en los ojos, triste. Y sentí una punzada en mi corazón, muerto. Y aunque llevara siglos así, ella siempre había conseguido que mi corazón intentara volver a latir, vanamente.
- Lo siento. - dije, intentando disculparme. - No sé por qué lo he hecho. - paré un momento y rectifiqué al ver sus ojos clavados en mí. - Bueno, sí, sí sé porqué lo he hecho. Ese chucho me saca de mis casillas. Sabes que yo no hubier hecho nada si él no hubiera empezado... Es que. Joder, ¿tú has visto todo lo que me ha dicho? Nada de eso es verdad. Tú lo sabes bien. Lo sabes todo. - entonces me di cuenta que decir todo aquello había sido un error. Pero ya estaba dicho, así que sólo se me ocurrió decir una cosa más. - Te quiero, Alice. Más que a nada.
Y me senté a su lado, apoyando los codos en las rodillas.

- ¿Por qué me hacéis esto? - pregunté de repente, sin saber siquiera porqué lo había dicho.
Ella me miró, y tuve que hacer un esfuerzo enorme, que me llevó más de un segundo, para poner mis pensamientos en orden.
- Me refiero a... ¿Por qué me culpais de todo? - pregunté, ahora teniéndolo algo más claro. - Para mí también fue duro dejaros a todos e irme, pero tenía unas buenas razones. Aunque ni siquiera yo sé qué razones me enviaron a dejarte sola.
>> Y en parte el chucho tenía razón, pero aun así creo que no era necesario que dijera todo lo que ha dicho. Yo te quiero más que a nada en el mundo, como acabo de decir, y no hay nada más importante que tú. Pero no tuve más remedio... - fui bajando el volumen hasta que apenas pude oirme a mí mismo. No sabía ni qué preguntar. No tenía nada claro, ni siquiera el motivo por el cual la había dejado sola durante tanto tiempo.
Sabía que aquello era algo que no me perdonaría en años. Pero ese chucho... iba a pagar por haberse sobrepasado. Sabía que si no hubiera sido ese motivo se hubiera inventado cualquier otro para enloquecerme y tirarme a su yugular.
Estaba segurísimo.

- Pues ese chucho no parece tenerlo tan clar - dije, con desprecio. Y vi que me miraba. - Perdón, ese tal Chris.
Me paré a pensar. ¿Por qué siempre estaba igual? ¿Es que era tonto? Lo que contaba es que había vuelto, y eso a Alice parecía importarle mucho también. Claro que, estoy seguro de que le sigue doliendo por mi huida. ¿Y si digo la verdad? Debería...
Pero me callé.
- Alice... ¿Por qué no nos vamos?

- Te cuento la verdad, si es lo que quieres. - dije -. Pero vámonos. Lejos, solos, tú y yo. De viaje... Sí, de viaje. Vayámonos de Luna de Miel... Cásate conmigo.
La besé.
- Te amo. Y todo lo demás da igual.

Si en aquel momento hubiera corrido la sangre por mis venas, hubiera explotado a llorar como un niño al que le acaban de dar la mejor noticia del mundo. ¿De verdad acababa de pedirle en matrimonio a mi amada? ¿Realmente había aceptado? Era todo tan increíble. La amaba, más que a nada. Y no había estado tan seguro hasta ahora. Nunca pensé que conseguiría amar a alguien, ya fuese humano o vampiro, como para dar ese paso. Pero acababa de hacerlo.
- Wow! - dije, y exploté a reír. La cogí en brazos y empecé a dar vueltas, intentando marearme, sabiendo que podría pasarme siglos sin conseguirlo.
- ¡Amo a Alice! ¡La amo, y nada podrá cambiar eso! - comencé a gritar, esperando a que el chucho me oyera.
Efectivamente, me oyó, porque instantes después un aullido explotó desde el corazón del bosque. Y volví a reír. ¿Se podía ser más feliz? Lo ignoraba, pero tampoco me importaba.

- Te amo. Simple y llanamente. - susurré, y la besé apasionadamente; para despues mirar hacia el cielo y gritar - ¡Señoras y señores, me voy a casar! Jajajajaja.
Aspiré el aire puro del bosque y volví a bajar la vista. Ella se había quedado mirándome.

- Sabes... - comencé. Ella me miró interrogándome con los ojos. - Había pensado en irnos ahora mismo a Las Vegas para casarnos sin que nadie se entere y luego darles la sorpresa. - le dije. - Pero sabiendo como eres, y que te encantan las fiestas, no me vas a dejar, ¿no?
Sonreí ampliamente.

- ¡Marchémonos ahora mismo! - dije. - ¡A LAS VEGAS!
Me reí y empecé a correr por el bosque, en busca del coche más rápido que pudiera llevarnos hasta Las Vegas.

- Pues claro. - dije yo. - El que tú quieras. Eso es lo de menos.
Sonreí.