El día de la fiesta

Llegué al instituto más temprano de lo normal, así que tuve tiempo de repasar mis apuntes de Literatura Griega, exámen que tenía para hoy. Vi que una chica con aspecto de gótica y bastante malhumorada se acercaba hacia el colegio. Su cara me sonaba mucho... Era la chica del cementerio. Me levanté y me dispuse a entablar una conversación con ella.

- ¿Te acuerdas de mí? -Levantó sus párpados, haciendo que me perdiera, por primera vez, en sus preciosos ojos grisáceos.

Miré a ese chico extrañada. Mierda... Era él. Me miraba, radiante de felicidad, con esos ojos color océano... ¡Espera! ¿Me estaba enamorando de un humano?

- Eh... Esto, sí. ¿Qué tal estás.. eh?

- Matthew. -Le recordé- Creo que iremos a la misma clase. ¿Qué asignatura tienes ahora? -Me enseñó los libros de Literatura Griega- Guay, como yo. Ahora hay exámen, si quieres, puedo ayudarte.

- Sí, gracias. Es mi primer día... Y voy más desorientada que yo que sé.

Me prestó todos los apuntes y mientras él me explicaba sus cosas no podía dejar de mirarle... Me hipnotizaba.

Le enseñé la escuela y le dije que había una taquilla libre justo al lado de la mía. No sabía porque, pero cuando estaba con ella, me sentía diferente... Y mi corazón iba a mil por hora.

- Bueno, ya toca exámen. Suerte.

Hicimos el exámen y pasó el día sin interrupciones, cuando se me ocurrió decirle:

- ¿Qué haces esta tarde?

¿Esta tarde? Oh, nada. Todo fuese por estar con ella... ¡MIERDA! Había quedado con lo de la fiesta.

- Lo siento, Lilith. Pero he quedado. -Su mirada se entristeció y algo hizo que mi corazón se resintiera- Pero si quieres quedamos otro día.

- Oh bueno. Hasta mañana.

Y cada uno se fue por su lado.